jueves, 27 de agosto de 2009

Resumen de Noticias

No quería volver a hacerlo. No quería volver a pensarlo siquiera. Me refiero a las sonrisas que se difuminan en el tiempo. A ilusiones que de repente, en un abrir y cerrar de ojos, oscurecen. A crear un planeta donde las palabras, honestidad, respeto, ambición, competitividad, amistad, lealtad, perfección... no son fruto de palabrerías propias de un ingenuo o un bohemio perdido a la sombra de cualquier muro, sino reales. Donde se creen en ellas cuando se nombran. Donde se sienten. Y donde a la vez, este planeta se ve atacado constantemente por el desdén, el ninguneo, el desprecio.

Pero a pesar de todo, ese planeta existe. Aunque solo sea para los que viven en él. Los habitantes de este planeta probablemente serán incomprendidos. Incluso a veces les asaltará esa maldita duda que siempre surge, al pensar que quizá sea mejor dejarse llevar por la corriente y vivir como el resto del rebaño. Pero esa duda se desvanecerá, porque lo que son y lo que sienten lo llevan marcado inolvidablemente. Caminarán en otro sendero, probablemente mejor. Caminarán a otra velocidad, probablemente mayor. Lo verán antes, con antelación. Lo vivirán como nadie.

Si eres habitante de mi mismo planeta y alguna vez te asalta el desánimo, sólo cierra los ojos, y recuerda lo que fuimos, lo que somos, lo que podemos ser.

Y recuerda que hay mucha gente esperando a alguien que le oriente hacia este lugar. Tu puedes ser uno de ellos.

He estado al alcance de todos los bolsillos
porque no cuesta nada mirarse para adentro.
He estado al alcance de todas la manos
que han querido tocar mi mano amigamente.
Pero, pobre de mí, no he estado con los presos
de su propia cabeza acomodada,
no he estado en los que ríen con sólo media risa,
los delimitadores de las primaveras.

No he estado en los archivos ni en las papelerías
y se me archiva en copias y no en originales.
No he estado en los mercados grandes de la palabra,
pero he dicho lo mío a tiempo y sonriente.
No he estado enumerando las manchas en el sol
pues sé que en una sola mancha cabe el mundo.
He procurado ser un gran mortificado
para, si mortifico, no vayan a acusarme.

Aunque se dice que me sobran enemigos,
todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto.
Yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado.
He preferido el polvo así, sencillamente,
pues la palabra amor aún me suena hueco.
He preferido un golpe así, de vez en cuando,
porque la inmunidad me carcome los huesos.

Agradezco la participación de todos
los que colaboraron en esta melodía.
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento.
Si alguien que me escucha se viera retratado,
sépase que se hace con ese destino.
Cualquier reclamación que sea sin membretes.
Buenas noches, amigos y enemigos.


Silvio Rodriguez.




lunes, 2 de marzo de 2009

Una prenda con mucha historia


Aparentemente, es un sweter o pullover antiguo y pasado de moda. Ciertamente lo es. Lo que diferencia esta prenda de otra cualquiera no es otra cosa que el valor histórico y sentimental que tiene para muchas personas, y a partir de ahora, para mí mismo.
Hace mucho tiempo, un entrenador llamado Bobby Knight (campeón NCAA e histórico entrenador americano) entregó como obsequio un pullover blanco con lineas rojas de la Universidad de Indiana a un tal Antonio Díaz Miguel (plata en Los Ángeles 88, uníco entrenador español en el Hall of Fame, entre muchas otras cosas).
La casualiad o la intencionalidad, hizo que Díaz Miguel premiara a un entrenador especial, por muchos motivos, con un presente no menos brillante. Entrenador especial por despertar ilusión, trabajo, y sobre todo por revalorizar el término sacrificio. Sacrificar toda una vida y privarse de los lujos propios de una persona de las que llamariamos normales, para conceder sus conocimientos a todo el que estuviera dispuesto a escuchar y a aprender.
Hoy, ese entrenador, donde a una edad en la que otros ya estarían gozando de vacaciones merecidas en algún pueblo o ciudad soleado de cualquier parte de España, sigue dando su vida por aquellos que creen en él. Sin hogar definido, ni grandes sumas de dinero, pero lo suficientemente rico en amor, amistad, lealtad.
Esa prenda ha pasado a otras manos, algo más jóvenes, pero con el mismo deseo de sentir y hacer algo muy especial y definitivo por mucho tiempo. Ese mismo deseo es el que nos lleva a un grupo de personas muy selectos a ser claramente diferentes al resto, y no menos exigentes con la vida, el entorno, y la gente que queremos.
Nunca seré capáz de comprender ni valorar el valor de dicho trofeo.
Muchas gracias ARG